Los gansos han perfeccionado durante centenares de miles de años una forma de organizarse que les permite recorrer grandes distancias, imposibles de afrontar por un sólo individuo, para pasar el invierno en zonas de clima templado y con suficiente alimento. Suele ser habitual en otoño verles pasar volando a gran altura y en formación de "V". Esta peculiar formación es usada también por otras aves migratorias y es, en sí misma, una manera óptima de organizarse.
Volar en forma de "V", permite a los gansos que van detrás de cada individuo un ahorro de energía de entorno al 70% si lo comparamos con la opción de volar solo. Si un ganso se sale de la formación, experimenta una mayor resistencia del aire y es por ello que vuelve rápidamente a la posición más favorable para él y para el resto de los gansos que vuelan detrás. Lógicamente, el individuo que vuela en cabeza es el que tiene que realizar un mayor esfuerzo, razón por la cual esa posición se va rotando entre todos los integrantes del grupo. Cuando el primero se siente cansado, cede su puesto y se desplaza en la formación hasta posiciones más retrasadas para recuperar fuerzas. Otra curiosidad es que los individuos que vuelan en la parte trasera de la formación suelen emitir graznidos para alentar a los que van delante y que estos mantengan la velocidad de vuelo. Por último, cuando uno de los individuos se encuentra sin fuerzas para seguir, enferma o es abatido, una pareja de gansos sale de la formación y lo acompañan hasta que se recupera y puede volver a volar o muere.
Este es sólo un ejemplo de las muchas formas de colaboración que se producen en la naturaleza. De todas ellas podemos extraer grandes enseñanzas para articular las organizaciones.
Por DAVID HERVÁS SANZ